jueves, 29 de noviembre de 2007

Etéreo

Oscar Wilde dijo:

"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un sólo instante".

Hay días como estos, para bien o para mal. En los malos se acumula una cosa sobre otra sin descanso y cada instante que pasa es una incertidumbre, deseando que mejore pero sin mucho éxito.

En esos momentos me gustaría tener superpoderes, como en "Heroes". Me gustaría ser un personaje con el poder de hacer que todo alrededor se desvaneciese. Si no, me gustaría poder volverme un ser etéreo, disperso. Flotaría dividida en un millón de partículas y formaría parte de todo y de nada.

Podría volver a mi forma habitual cuando yo quisiese. Puede que de esa forma entrase en contacto con un mundo al que me siento ajena muchas veces y que se me hace muy complicado.

No creo que lo consiga, pero al menos me gusta imaginarlo.

Shhh



No he parado apenas en trece horas. El día ha sido un torbellino de obligaciones, cosas por hacer, cosas por cumplir.

Ahora lo único que me apetece es tranquilidad. Sólo sonidos tenues, nada de luces brillantes.

Bienvenidos a la calma.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Construyendo ilusiones

Para quien no lo conozca, lo que aparece en la foto es Cortylandia.

Cada año, por estas fechas, la fachada de uno de los edificios del Corte Inglés del centro de Madrid cambia para convertirse en un pequeño mundo animado, con pases programados diarios.

Durante unos veinte minutos los personajes se mueven, hablan y cantan. Se encienden multitud de luces y no cabe un alma en esa calle.

Este año por primera vez he visto cómo lo construían. Todas la figuras esperaban para ser colocadas, estaban montando las casitas de la foto y el caballo que se ve al lado de la grua les estaba dando problemas.

Pero mientras hacía las fotos y veía cómo trabajan, escuché varias conversaciones de gente que pasaba. Todos decían más o menos lo mismo, cómo sus padres les traían de pequeños cada año y cómo les gustaba verlo. Algunos ahora traían a sus hijos, y otros planeaban traer a sus sobrinos o nietos.

Estuve allí un rato sentada recordando ese maravilloso hormigueo cuando bajaba por la cuesta y aun no sabía de qué iba ese año. Esa espera ansiosa hasta que por fin se oía la sintonía y se encendían las luces. No me lo perdía ni un año, insistía e insistía hasta que me llevaban a verlo.

Recuerdo unas Navidades en especial en las que lo ví cuatro veces en un día, porque mientras alguno de mi hermanos se quedaba conmigo, otros hacían las compras navideñas, para que yo no me diese cuenta.

Estuve pensando también que echo mucho de menos aquellos días. Dicen que la inocencia da la felicidad, y muchas veces es así. No tenía preocupaciones y tenía una inmensidad de tiempo ante mí. Podía pasarme la tarde entera pintando con mis acuarelas, haciendo inventos de los mios o maquinando extraños individuos con plastilina. Solía sentarme enfrente del árbol de Navidad con las luces encendidas y me quedaba un rato allí, viendo cómo iban cambiando. No pensaba en trabajo, ni en operaciones, ni en pastillas, ni en Hacienda ni en papeleos.

Aun así cada año sigo manteniendo gran parte de esa ilusión. No me lo pierdo nunca. Recuerdo esos días pasados y sonrío sin parar. Me gustan las caras de los niños y los adultos que bailan con ellos. La mayoría se sabe la canción principal de memoria, y me hace gracia ver cómo la cantan.

Este año, además, me ha gustado mucho ver cómo se construía la ilusión de muchos niños y de no pocos mayores.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Otoño e Invierno

El martes pasado por la noche empezó a soplar el viento del Norte, ese que corta a su paso y que lo arrastra todo. El miércoles por la mañana parecía por fin que estábamos en otoño. Hasta entonces los árboles habían estado un poco despistados, ya no sabían ni qué hacer con las hojas. Algunas habían amarilleado y las más valientes habían caído, pero seguía pareciendo septiembre. El miércoles por la mañana todo estaba cubierto de hojas, y la gente lo comentaba por la calle.

Aquí las estaciones suelen llegar de golpe, con una semana de preaviso como mucho. Pasamos de los guantes a los tirantes y viceversa acompañados de una plaga de resfriados. Pero desde hace dos años el otoño parece que llega tardío, más despacio.

Me pasé el resto de la semana pasada zigzagueando por la calle, pisando todas las hojas, arrastrándolas con los pies. Cuando el aire soplaba con más fuerza algunas me caían en el pelo y yo las cogía y las lanzaba al viento.

Este fin de semana sin embargo, de golpe, nos hemos encontrado con cuatro grados bajo cero. Es como si hubiese llegado el invierno después de unos días otoñales. La gente ya lleva sus abrigos por la calle y las bufandas y gorros empiezan a hacer acto de presencia. Las primeras heladas han caído y cuando paseamos por la calle ya no buscamos la sombra, si no el Sol.

Me encanta esta época del año. Es curioso porque aunque hace un frío terrible todo me parece más cálido. Sólo me falta la chimenea, para sentarme junto a ella cuando llego de la calle. Quizá en el futuro.

lunes, 12 de noviembre de 2007

El premio

Hace unas semanas tuve la sorpresa de que el autor de "Ruido" me diese un premio, el Thinking blogger. Me hizo mucha ilusión y significó mucho, una de esas cosas que hacen que no te plantees si merece la pena seguir con el blog.

Siempre me han dado bastante alergia los e-mails en cadena, y puede que este premio sea un poco parecido. Pero aun así, por mi parte, me ha parecido bien seguirlo, por si a quien se lo de también recibe una sensación parecida a la mía. Luego que cada uno haga lo que crea más conveniente. Si le saco una sonrisa a mis elegidos, habrá merecido la pena.

Sin más demora, estos son mis blogs favoritos, y por tanto premiados:

1. Fang, un blog en el que cada post dice un mundo, escrito de una forma que engancha.

2. L'Átlántida, el primer blog que empecé a seguir y que no puedo dejar de leer a cada post.

3. Ruido, ese maravilloso descubrimiento, ese lugar silencioso lejos del ruido.

Estas son algunas de las muchas razones por las que los sigo, pero creo que esta es una de esas veces en las que las palabras sobran y el resto se sobrentiende.

De los otros dos, uno es para Postsecret. Es un blog que me encanta, donde se dicen todas esas cosas que no se "pueden" decir. El otro es para un blog sobre la superación de una mujer, que creo que se llamaba "Chronic fatigue diary" o algo parecido, pero que cambió de sitio y le perdí la pista. No le pude seguir durante mucho tiempo, pero me impactó el afan de superación y la voluntad para seguir adelante y no rendirse.

Espero que os guste.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Café Jazz Populart

Este verano descubrí uno de esos sitios que te puedes encontrar un día en Madrid por casualidad. Se convierten en esos rincones especiales que recuerdas con cariño y a los que vuelves siempre que puedes.

En este caso es este café, en la céntrica calle de Huertas. Es un sitio en el que cada noche puedes escuchar un concierto de jazz o de blues, sin pagar entrada, rodeado de un ambiente inmejorable. Hay un pequeño escenario iluminado débilmente, algunas mesas repartidas y una decoración perfecta para el local. La música que allí se toca es sencillamente genial.

Es uno de esos sitios, además, en los que se mezcla gente de todo tipo. Habituales amantes de la buena música, gente que acompaña a otros, gente que ha entrado para ver qué era... y esa persona que no puede faltar, que pide su copa de vino y que escribe en su Moleskine.

Es un sitio para ir y es un sitio para volver.