domingo, 14 de diciembre de 2008

La nieve

Tenía pensado escribir sobre algo totalmente distinto, pero aún pienso en lo que vi ayer por la mañana a través de la ventana. Estaba nevando. Me pasé una hora mirando por la ventana.

Me gusta la nieve porque es silenciosa. Se acumula poco a poco, sin hacer ruido, y parece que su va y ven amortigua lo demás. Me gusta salir cuando nieva y sentir en la cara las cosquillas que hacen los copos. Me gusta su tacto y eso que se siente en el aire.

Me hubiera gustado estar en una cabaña perdida en el bosque, con fuego encendido en la chimenea. Hubiera mirado por al ventana cómo nevaba, también durante mucho rato. Después me hubiera puesto mi abrigo y mis guantes y hubiera salido a jugar con la nieve. Hubiera hecho un muñeco de nieve y hubiera caminado entre los árboles para ver cómo las ramas ceden con su peso.

Reconozco que muy a menudo sueño despierta, y hay momentos en los que no lo puedo controlar. Me pasa cuando voy en coche. O cuando estoy sentada esperando a alguien. Pero me pasa especialmente esas veces, esas raras veces, en las que nieva.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Ya lo dijo Murphy

Si algo puede salir mal, saldrá mal. Si algo puede salir peor, saldrá peor.

El número de compromisos extra a realizar en un día aumenta proporcionalmente con la importancia del compromiso principal. Cuantas más cosas tenemos que hacer en un día determinado, más cosas surgen como por arte de magia. Es curioso. A lo mejor sólo exageramos porque esos días se hacen infumables. Pero en el fondo creo que "Murphy" tenía razón. Hay días, e incluso semanas en el peor de los casos, en los que todo parece acumularse. La frase comodín de mi padre: "¡es que todo tiene que ser en el mismo día!"

Hoy he comprobado cómo esos días se llevan peor si te dan malas noticias por la mañana. Después de unas semanas de tranquilidad nos dicen que nos vayamos preparando. Es más que probable que la batalla de los últimos meses tenga que continuar. Supongo que esa es la peor parte, tener que esperar la caída.

Este año es como una transición para mi. Y tengo ganas de llegar al final de esa transición. Ahora me siento un poco atrapada, con obligaciones que no debería tener, más las que están por llegar. Es mucho peso. Es llevable,y no me queda más remedio que llevarlo, pero tengo ganas de respirar por mi cuenta.