miércoles, 22 de julio de 2009

Sin cosas

Una de las deficiniones de ironía es: "burla fina y disimulada". La vida a veces puede ser muy irónica y parece que se burla de nosotros y que retuerce las cosas disimuladamente. Últimamente todo me parece muy irónico.

Esta foto es del garaje de los abuelos de M. Se quemó el sábado por la mañana. Afortunadamente no les pasó nada. La casa se llenó de humo y ha quedado inhabitable, pero el tiempo y el seguro la dejarán más o menos como antes. Están muy disgustados, como es lógico. La visión de la casa es abrumadora.

La casa en la que vivo ahora es pequeñita, justo para dos. Para que la mudanza fuese más fácil dejé mis cosas en la casa de la foto. Ya había traído la mitad de las cosas que vinieron de Madrid y tenía pendiente el resto, esas cosas que me hacían menos falta pero que se habían salvado de la limpieza que hice antes de venir. Son las cosas que se ven desperdigadas por el suelo.

Se han quemado todos mis libros, todos mis DVD's, todos mis CD's, casi toda la ropa de invierno, el telescopio... Sólo se ha salvado el resto de mi ropa, mis cacharros de cocina y algunas cosas más que ya estaban en mi casa. Justo en mi anterior post hablaba de la idea de mudarme con sólo una mochila. Habría sido parecido, aunque no tan drástico.

Lo que más me ha dolido son las fotos de mi adolescencia, las cartas que alguna vez me escribieron, los cuentos que me gustaba releer y la cajita que tenía llena de recuerdos especiales. Echaré mucho de menos esas cosas. Me gustaba ojearlas. He rescatado la caja de los tesoros de mi abuelo, pero casi me da miedo abrirla por lo que pueda encontrarme dentro.

Creo en el destino y casi siempre en las señales. Se han salvado cuatro libros, dos que tenía yo y dos que tengo prestados. Los dos primeros eran "La casa de los espíritus" y "El extranjero". Ambos hablan, en mayor o menor medida, de pérdidas materiales y personales. Los otros dos son un libro para saber cómo afrontar los cambios que me recomendó mi psicóloga, y el otro "El camino del Zen". Esto ya de por sí me pareció curioso, pero no pude evitar reirme cuando M. me enseñó el primer trozo de papel que encontró cuando llegamos: era un trozo de uno de mis libros de budismo zen y que justamente hablaba sobre el materialismo.

Asocio demasido los recuerdos con cosas materiales. Antes me costaba mucho tirar cosas pero en el último año decidí que había llegado el momento de cambiar. Creo que he quedado curada. Ahora más que nunca me planteo las cosas de otra manera. Han sido un par de días extraños, pero ahora, desde otra perpectiva, siento hasta cierto alivio: hay muchísimas cosas de las que ya no me tendré que preocupar.

Algunos de los que me conocen empiezan a decir que tengo mala suerte y que me pasa de todo. Puede que tengan parte de razón y hasta puede que sea un poco gafe. Pero desde haces unos meses veo las cosas de otra manera: tengo mucha suerte, a pesar de todo, de que no me haya pasado nada más grave. A veces hay que buscar poco y otras mucho, pero siempre se le puede sacar un lado positivo a todo.

martes, 7 de julio de 2009

Little boxes



No he querido ni mirar la fecha de mi última entrada. Sólo sé que hace mucho que no usaba este cuaderno. Los últimos meses han pasado como una ráfaga de aire, que se lo ha llevado todo por delante, que ha traído cambios y que le ha dado la vuelta a mi vida.

Me habían dicho que las mudanzas lo trastocan todo. Yo no termina de creerlo pero ahora lo corroboro. En mayo me mudé, con todo lo que eso conlleva. Ya no vivo en Madrid, ahora vivo en L'Atlàntida.

Mi cuñado sugirió que me mudase con sólo una mochila al hombro, llevando sólo lo que fuese realmente indispensable. Me lo llegué a plantear cuando vi el asombroso número de cajas que llené. No necesita casi nada de eso para vivir. Eran cosas que me tenían que hacer la vida más sencilla, pero que durante unas semanas me la complicaron bastante.

Todo es nuevo y hasta yo me veo distinta. Estoy en un proceso de amoldamiento. Me dijeron que las primeras semanas serían las peores, que echaría de menos a los que he dejado atrás. Si soy sincera, después del último año y medio he agradecido la distancia. Paso bastante tiempo sola sin mucho que hacer, pero lejos de sentirme triste o incómoda me siento a gusto.

Con el cambio me he deshecho de muchas cosas, materiales y emocionales; otras están aparcadas y otras alejadas. Un cambio grande es necesario cada cierto tiempo. Es como vaciar un cajón y pensar de una vez por todas que es lo necesario y que es lo que ya no vale.

No era mi intención ausentarme durante tanto tiempo, durante el cual he pensado muy a menudo en lo mucho de menos que echaba el blog. Ahora toca quitarle el polvo. Nueva conexión, nuevo emplazamiento y nueva etapa. Probablemente también nuevos aires en el blog, pero eso ya se verá.