lunes, 4 de febrero de 2008

Así vamos


Algunas de las clases que doy son particulares. Cada vez que he ido a una casa nueva, antes de llamar al timbre el primer día, me pregunto qué me voy a encontrar. He visto un poco de todo en los años que llevo impartiéndolas. Este año, además, he comprobado que es verdad que las apariencia engañan.

Una de las madre es encantadora. Muy simpática y siempre atenta. Sus hijos, sin embargo, no creo que tengan la misma imagen de ella. Sobre todo cuando llega la hora de los deberes. Hace una semanas, mientras daba clase a uno de ellos, el otro repasaba un examen con ella. Me quedé helada. El niño debía estar ya un poco saturado y se confundía en algunas cosas. Hizo mal un problema y se llevo como castigo un sonoro bofetón que se oyó desde donde yo estaba, dos habitaciones más allá, con dos puertas cerradas. El niño siempre acaba llorando cuando estudia, y ella le grita constantemente.

No es la primera vez que veo algo así, ni será la última.

Estamos llegando a una situación un poco insostenible que puede que estemos provocando nosotros mismos. Mi padre solía asegurarse de que yo hiciese mis deberes o me explicaba las cosas que no terminaba de entender. Eso se ve cada vez menos. No se puede o no se quiere renunciar al trabajo de ambos padres, depende del caso de cada uno. Después de una jornada interminable cuesta ponerse con los niños, y se relega ese trabajo cada vez más a los desconocidos.

Lo malo es que esa solución suele provocar un efecto rebote. Los niños cada vez pasan más de todo. Para ellos no ver apenas a sus padres o que no pasen suficiente tiempo con ellos supone mucho descontrol.

¿Pero qué van a hacer los padres si no lo vieron venir, si es ahora que tienen una familia cuando se dan cuenta de que no llegan a fin de mes? ¿Qué hacer si no quedan energías al final del día? ¿Qué hacer con todos esos niños que no saben de rutinas, ni de obligaciones ni de lo que no se debe hacer?

No soy partidaria de los convencionalismos puros y duros, pero tampoco del pequeño caos en el que se está convirtiendo nuestro alrededor. Siempre ha sido así supongo, no es nuevo el hecho de preguntarse: "¿dónde vamos a llegar?", pero para mí es una pregunta inevitable cada vez que veo algo así.

7 comentarios:

ayco dijo...

Si bien es cierto que es difícil tener hijos es algo que se debe asumir. No es justificable. El esfuerzo será recompensado pero eso es un abuso de autoridad y repercute en que aprender no sea más que un momento de castigo y que no tenga el más mínimo interés en lo que cuenta el libro que lee y no vea aplicación alguna a eso que estudia.

Buk dijo...

Que fort! Et devies quedar glaçada... Si que és veritat que cada cop és més difícil (sinó impossible) conciliar la vida familiar amb la professional, però per això mateix un ha d'estar molt segur a l'hora de tenir fills. Sempre m'ha semblat que alguns decideixen ser pares com qui decideix comprar un hamster.
Un cop, parlant amb algú que m'intentava convèncer sobre la bondat de la paternitat (jo no vull tenir fills) em deia: "Es que si et paressis a pensar no series mai pare"
Vaig al.lucinar. Precissament això és el que s'ha de fer abans de tenir una criatura a la que no podràs prestar l'atenció que mereix. Pensar. I molt. Un nen no és una mascota, i molts tendeixen a confondre les dues coses.

Jaqme dijo...

La mare haurà portat al fill al fracàs escolar.
I a abandonar els estudis.
Creació de trauma: estudiar o intertar fer-ho em suposa rebre, per tant no estudio i fi del patiment.
Jo també m'ho demano sovint, a on arribarem?

Ahir vaig llegir la història d'un metge que, cansat de la seva vida de consulta, s'ha fet pagès.

ines dijo...

Tal vez no sólo los niños tendrían que ir a clase...sinó también los padres...

Hematie dijo...

Rayco: es eso lo que le pasa cada vez más a este niño. Se estresa cuando estudia. Ya veremos hasta dónde llega estudiando.

Buk: interesante afirmación la de tu amigo... todos nos lo deberíamos pensar mucho antes de tenerlos y ser consecuentes con nuestras decisiones. En mi caso sí quiero tenerlos en el futuro, pero no me lo tomo a la ligera. Alucino con la gente que los tiene pensando que ya se los cuidarán otros.

Jaqme: qué grande ese médico, y qué valiente. Es probable que sea una persona mucho más feliz de aquí en adelante. Cada vez se oyen más cosas de estas, no me extraña. Yo creo que esta madre en concreto paga en exceso su estrés "de alto nivel". A penas ve a su marido por el trabajo y su única afición parece ser decorar la casa.

Inés: pues es verdad, a muchos no les vendría nada mal un cursillo... A veces me dan ganas de decirles ciertas cosas, pero no soy quién para meterme tanto en su vida, y menos desde la inexperiencia.

Jaqme dijo...

Tens raó. De cada vegada es senten més coses d'aquestes. Decorar la casa com a única afició?
Què li passa?
Salva-la!
Fes-la sortir de la caverna!
:)

Hematie dijo...

Jajaja, debería, ¿¿verdad?? Me dan ganas de proponerles planes o algo muchas veces. O al menos de pedirles por favor que no compren más libros antiguos y maravillosos si sólo los van a tener de adorno (es cierto, lo hacen, lo he visto)

:O)