jueves, 17 de julio de 2008

Vivir

Hace cuatro años me sentía estancada. No iba ni hacia delante ni hacia atrás. Parecía que todo era igual y que nada cambiada. Sólo las estaciones.

Hace unos dos años todo empezó a cambiar. No fueron cambios bruscos, sino graduales. Todo ocurrió como debía ocurrir y cuando debía ocurrir. Desde entonces mi vida ha sido muy distinta. No he vuelto a sentir que pierdo el tiempo ni esa sensación de estar pasando por la vida sin rozarla.

Ha habido y hay cosas muy buenas. Y ha habido y hay cosas muy malas. Pero pese a que los últimos meses no han sido especialmente fáciles, en el fondo siempre me he sentido viva. Tanto en los momentos buenos como en los malos siento las cosas de otra manera. A veces pienso en esa sensación como en una efervescencia. Se me acelera el corazón y se despliegan mil sensaciones dentro de mi, la mayoría muy nuevas. Río y lloro. Me emociono.

Mi tía dice que la vida se vive en círculos. Las cosas empiezan y acaban cada cierto tiempo. Ella dice que cada siete años se completa uno. Puede ser. Hay mucho que aprender de una persona que ha perdido a un marido y dos hijos. Sobre todo cuando la ves sonreír cada día, y ves como nunca ha perdido las ganas de vivir. Me encanta cuando dice que pese a todo siempre se ha sentido viva. Desde hace dos años sus palabras tienen más sentido que nunca.

Sentir para vivir y vivir para sentir.