jueves, 1 de octubre de 2009

Escribiendo

Este verano he vivido una curiosa cantidad de sensaciones. El tiempo ha pasado veloz y lento a la vez. He vivido un momento triste y muchísimos en los que me he sentido muy feliz. He disfrutado de la independencia, de la soledad, de la compañía y de la tranquilidad. Cada día ha sido distinto y ha formado parte de mi proceso de amoldamiento. Estoy casi del todo acomodada en mi nueva vida, pero disfrutando aun de la novedad. 

Este verano, además, he revivido sensaciones que viví hace mucho tiempo. He paseado por el campo, he tomado el sol, he comido fruta recién recogida, me he dado largos baños y he dormido una cantidad ingente de horas. Puede que haya sido el mejor verano que he pasado hasta ahora, pero me ha recordado enormemente el verano que viví con 13 años. El teletransporte existe. Casi cada día recordaba imágenes de aquel verano feliz y despreocupado y me sentía como entonces.

Este verano he sido incapaz de sentarme a escribir. Pese a lo agradable que ha sido agradezco como siempre que el tumulto y el desorden del verano vayan dando paso a la rutina. No me considero una persona rutinaria, pero me gusta recuperarla después de estas épocas. Ahora vuelven las ganas de escribir, aunque en realidad nunca se fueron del todo. 

Este otoño empiezo dos proyectos que tienen que ver con la escritura, uno más directamente que el otro. No sé a donde me llevaran pero me tienen bastante ilusionada. Os haré saber los progresos. 

miércoles, 22 de julio de 2009

Sin cosas

Una de las deficiniones de ironía es: "burla fina y disimulada". La vida a veces puede ser muy irónica y parece que se burla de nosotros y que retuerce las cosas disimuladamente. Últimamente todo me parece muy irónico.

Esta foto es del garaje de los abuelos de M. Se quemó el sábado por la mañana. Afortunadamente no les pasó nada. La casa se llenó de humo y ha quedado inhabitable, pero el tiempo y el seguro la dejarán más o menos como antes. Están muy disgustados, como es lógico. La visión de la casa es abrumadora.

La casa en la que vivo ahora es pequeñita, justo para dos. Para que la mudanza fuese más fácil dejé mis cosas en la casa de la foto. Ya había traído la mitad de las cosas que vinieron de Madrid y tenía pendiente el resto, esas cosas que me hacían menos falta pero que se habían salvado de la limpieza que hice antes de venir. Son las cosas que se ven desperdigadas por el suelo.

Se han quemado todos mis libros, todos mis DVD's, todos mis CD's, casi toda la ropa de invierno, el telescopio... Sólo se ha salvado el resto de mi ropa, mis cacharros de cocina y algunas cosas más que ya estaban en mi casa. Justo en mi anterior post hablaba de la idea de mudarme con sólo una mochila. Habría sido parecido, aunque no tan drástico.

Lo que más me ha dolido son las fotos de mi adolescencia, las cartas que alguna vez me escribieron, los cuentos que me gustaba releer y la cajita que tenía llena de recuerdos especiales. Echaré mucho de menos esas cosas. Me gustaba ojearlas. He rescatado la caja de los tesoros de mi abuelo, pero casi me da miedo abrirla por lo que pueda encontrarme dentro.

Creo en el destino y casi siempre en las señales. Se han salvado cuatro libros, dos que tenía yo y dos que tengo prestados. Los dos primeros eran "La casa de los espíritus" y "El extranjero". Ambos hablan, en mayor o menor medida, de pérdidas materiales y personales. Los otros dos son un libro para saber cómo afrontar los cambios que me recomendó mi psicóloga, y el otro "El camino del Zen". Esto ya de por sí me pareció curioso, pero no pude evitar reirme cuando M. me enseñó el primer trozo de papel que encontró cuando llegamos: era un trozo de uno de mis libros de budismo zen y que justamente hablaba sobre el materialismo.

Asocio demasido los recuerdos con cosas materiales. Antes me costaba mucho tirar cosas pero en el último año decidí que había llegado el momento de cambiar. Creo que he quedado curada. Ahora más que nunca me planteo las cosas de otra manera. Han sido un par de días extraños, pero ahora, desde otra perpectiva, siento hasta cierto alivio: hay muchísimas cosas de las que ya no me tendré que preocupar.

Algunos de los que me conocen empiezan a decir que tengo mala suerte y que me pasa de todo. Puede que tengan parte de razón y hasta puede que sea un poco gafe. Pero desde haces unos meses veo las cosas de otra manera: tengo mucha suerte, a pesar de todo, de que no me haya pasado nada más grave. A veces hay que buscar poco y otras mucho, pero siempre se le puede sacar un lado positivo a todo.

martes, 7 de julio de 2009

Little boxes



No he querido ni mirar la fecha de mi última entrada. Sólo sé que hace mucho que no usaba este cuaderno. Los últimos meses han pasado como una ráfaga de aire, que se lo ha llevado todo por delante, que ha traído cambios y que le ha dado la vuelta a mi vida.

Me habían dicho que las mudanzas lo trastocan todo. Yo no termina de creerlo pero ahora lo corroboro. En mayo me mudé, con todo lo que eso conlleva. Ya no vivo en Madrid, ahora vivo en L'Atlàntida.

Mi cuñado sugirió que me mudase con sólo una mochila al hombro, llevando sólo lo que fuese realmente indispensable. Me lo llegué a plantear cuando vi el asombroso número de cajas que llené. No necesita casi nada de eso para vivir. Eran cosas que me tenían que hacer la vida más sencilla, pero que durante unas semanas me la complicaron bastante.

Todo es nuevo y hasta yo me veo distinta. Estoy en un proceso de amoldamiento. Me dijeron que las primeras semanas serían las peores, que echaría de menos a los que he dejado atrás. Si soy sincera, después del último año y medio he agradecido la distancia. Paso bastante tiempo sola sin mucho que hacer, pero lejos de sentirme triste o incómoda me siento a gusto.

Con el cambio me he deshecho de muchas cosas, materiales y emocionales; otras están aparcadas y otras alejadas. Un cambio grande es necesario cada cierto tiempo. Es como vaciar un cajón y pensar de una vez por todas que es lo necesario y que es lo que ya no vale.

No era mi intención ausentarme durante tanto tiempo, durante el cual he pensado muy a menudo en lo mucho de menos que echaba el blog. Ahora toca quitarle el polvo. Nueva conexión, nuevo emplazamiento y nueva etapa. Probablemente también nuevos aires en el blog, pero eso ya se verá.

jueves, 26 de marzo de 2009

Bacon


Los cuadros de Bacon tienen voz propia.
A algunos se les oye gritar.


viernes, 13 de marzo de 2009

Stand-by


En las últimas cuatro semanas he empezado cuatro posts distintos, pero no he terminado ninguno de ellos. Me pregunto si seré capaz de terminar este. En algún punto me quedo bloqueada, aunque tenga en mente lo que quiero escribir.

Hoy me he parado a pensar que eso mismo me está pasando con todo. No hago nada del otro mundo. Me cuesta ponerme a hacer cualquier cosa y me cuesta aun más terminarlo. Es uno de esos momentos en los que tengo la sensación de que todo el mundo se mueve mientras yo me dedico a pulular por el mundo. Es la misma sensación que tengo cuando estoy sentada en un banco, muy quieta, y veo a los demás pasar de un lado a otro.

Los días y las semanas se precipitan. El tiempo se escurre y pasa a una velocidad de vértigo, pero yo no le sigo. Estoy en "Stand-by".

Hoy, al pararme a pensarlo, lo he visto venir. Me iba a entrar el agobio por todo ese tiempo desaprovechado, por no poder avanzar, por sentirme estancada. Pero no ha ocurrido. Me siento relajada y tranquila. Debo haber cambiado mucho más de lo que me doy cuenta.

Dentro de unas semanas llegará la mudanza. Mientras disfrutaré de esta extraña sensación. Me sentaré en mi banco y veré a los demás pasar. Veré cómo se va el invierno y llega la primavera. Me levantaré de vez en cuando y pasearé, danzando entre unos y otros.

Me gusta el Stand-by.

lunes, 9 de febrero de 2009

Es de locos

Esta mañana me han vuelto a despertar haciendo ruido. Me he levantado algo antes de las nueve, consciente de que no me iba a poder volver a dormir. He ido a la cocina y me he preparado un zumo de naranja. Estaba hablando con mis padres y mi hermana en el pasillo cuando hemos oído el estruendo. Es como el ruido de un petardo, pero mucho mayor y más seco.

Era la bomba que han hecho explotar en el IFEMA. Por cómo ha temblado todo sabíamos que tenía que haber sido cerca. Y es que yo no vivo en Madrid capital si no en una localidad de la periferia.

Me ha traído malos recuerdos.

Ha sido una pataleta. Bonita manera de intentar conseguir o reinvidicar nada. Me parece curioso que después acusen a los demás de fascistas. Es una manera de pensar y actuar que no entenderé nunca. Me parece irracional. Llevan años haciendo lo mismo y siempre con resultados parecidos, que se repiten ciclicamente.

Me fascina que todo esto tenga sentido para ellos.

viernes, 6 de febrero de 2009

Mi reflejo


Cuando era pequeña solía mirar embobada cómo tocaba mi prima el piano. Siempre que iba a su casa la insistía para que tocase cualquier cosa. Me encantaba el sonido y ver cómo unos cuantos movimientos se convertían en aquello que sonaba.

Abrieron una tienda-academia de música donde yo vivo y le pedí a mi madre que me apuntase. Me encantaban las clases y mis compañeros, y desde entonces siempre he tenido el mismo profesor. A todos les hace gracia recordar que yo tenía diez u once años cuando empecé a ir y que todavía llevaba vestiditos y coletas. Para disgusto de mi profesor y un poco para disgusto de mis padres nunca me quise dedicar a ello profesionalmente, pero se convirtió en una parte de mí.

A través del piano he aprendido muchas cosas. Me gusta mirar atrás para ver cómo los cambios en mi vida siempre se han visto reflejados en mi manera de tocar. Creo que cómo tocamos un instrumento es un reflejo directo de cómo somos.

Después de unos años sin poder ir a clase volví a retomarlo en octubre. En estos meses se ha convertido en un desahogo, una alegría, un cambio y sobre todo en el reflejo de mi camino. Y me gusta ese reflejo, porque aunque ahora en mi camino veo tantas luces como sombras, en la parte que recorreré en los próximos meses veo mucha luces y muy poca oscuridad.