jueves, 24 de abril de 2008

El camino sin fin


Hay caminos más largos y más cortos. Los hay llanos y abruptos, visibles o escondidos. Los hay accesibles, inaccesibles, con una entrada fácil o con una que pasas sin darte cuenta. Sólo con el tiempo te das cuenta de que habías elegido ese camino. Puede que sea un camino bonito, uno apropiado. Si no lo es, salir de él puede ser difícil. Dependerá del tiempo que lleves caminando.

En diciembre empecé a leer "El camino del Zen." Hace unas semanas llegué a las últimas páginas, pero no puedo decir que haya terminado de leerlo. Lo leo y lo releo. Es un libro sin fin. Es un camino que me ha llevado a otro, uno diferente, nuevo y totalmente distinto. Tiene muchas bifurcaciones y he empezado a pasear por algunas de ellas. Es casi un mundo distinto, con otra perspectiva.

Ayer por la mañana bajé a la calle. Me crucé con un vecino, me saludó con una sonrisa y me sujetó la puerta. Fuí a la farmacia y me atendió mi farmaceútica favorita. Hacía una día precioso, ni frío ni calor. Eso me llevó a pensar en que hay muchos colores en los caminos. Unos más claros y otros más oscuros, y que nuestro camino no es nunca del mismo color, va cambiando.

Hay caminos con fin y otros sin él. Todos son buenos y malos. Está bien cambiar de perspectiva. Y está bien seguir caminando.

Después de todo, "caminando se hace el caminito".

jueves, 10 de abril de 2008

Sentada sin hacer nada

Hoy llegaba pronto. Me he sentado en un banco y me he quedado allí un rato. He visto a la gente y a los coches pasar. Cada uno iba a sus cosas. Unos con prisas, otros paseando.

Me he quitado la chaqueta porque empezaba a hacer calor. El Sol brillaba entre nubes oscuras. Se me movía el pelo por el aire.

No pensaba en nada importante. Sólo en la hormiga cerca de mis pies, en lo bien que olía el pan recién hecho de la panadería, en que no sé para qué habrán tenido que reasfaltar aquella carretera.

Era agradable estar allí sentada, sin hacer nada, mirando cómo los demás se movían, como una espectadora atenta. He mirado el reloj y la hora de marcharme había llegado.

Me gusta cuando el tiempo fluye. No hay necesidad de atraparlo.

jueves, 3 de abril de 2008

Cuestión de acostumbrarse


Tengo un hipopótamo de color gris. Es el de la foto. M. tiene uno igual, solo que el suyo es marrón. Cuando llevo unos días sin ver al hipopótamo de M. me acostumbro al mío, y al ver el suyo me parece extraño. Me ocurre lo mismo cuando es al revés.

Me pasa cuando no veo a alguien en mucho tiempo, cuando entro en casa después de unos días fuera o cuando vuelvo a hacer algo que no he hecho en mucho tiempo. Las cosas me parecen distintas porque me desacostumbro. Pero eso sí, al poco tiempo todo es "normal", como antes.

Se supone que somos capaces de acostumbrarnos y desacostumbrarnos a casi todo, con un poco de tiempo y reamoldamiento cerebral (como decía Oliver Sacks). Aun así nos cuesta porque no queremos que lo que nos gusta cambie. Nos resistimos y al final es peor.

Lo he estado pensando porque hoy A. se ha sincerado: su padre no se puede mover y lleva así años. Es una historia parecida a otra que ya conté. Él, junto con los demás, debe cuidarle. Me ha contado que no se acostumbra. No se resigna a verle así y le da rabia. No lo puede evitar. Sabe que si lo asumiese todo sería más fácil. Ha terminado diciendo:

-Es un círculo vicioso. Sé que no me acostumbro porque es mi padre y me duele. Pero si me duele y soy consciente de que no puedo vivir así, ¿por qué no lo asumo y me acostumbro?

Es una buena pregunta.

martes, 1 de abril de 2008

Abriendo una puerta

Hoy me he sentado delante del ordenador para abrir una puerta que normalmente mantengo cerrada. No me gusta dar detalles sobre mí ni meterme en un terreno demasiado personal. Prefiero las cosas así. Pero hoy esa puerta va a dejar entrever una parte de mí de la que he mostrado muy poco, más íntima y escondida. Parece que me es necesario. No sé por qué siento como si fuese el momento. No le daré vueltas ni le voy a buscar explicación. Voy a hacer lo que me apetece.

Los últimos meses no han sido los mejores de mi vida. Ya he escrito sobre ello. Me he visto sobrepasada por muchas situciones y hechos. No sabría decir ni cómo ni cuándo empezó. Ha sido gradual. Algunas de las razones no son mías propias, pero he descubierto que soy una persona excesivamente empática. Los problemas de los demás al final acaban siendo casi míos.

Pero hay una razón por la que estoy mal y que es la base de todo lo demás. Es mía y sólo mía. Ni me culpo a mí ni culpo a los demás. Soy como soy e intento aceptarme tal cual. Tengo inseguridades en todos y cada uno de los aspectos de mi vida. Eso hace que tenga una visión deformada de muchas cosas y que sólo me crea esa realidad que yo veo y los demás no.

Todo lo demás se tambalea, los cimientos no son los apropiados.

Una "amiga" me "diagnosticó" hace algo menos de una semana que "me ha tocado" un estilo de personalidad algo complicado. Con trabajo y tiempo mejoraré. Con trabajo y tiempo dejaré de sentirme mal por todo y a todas horas.

Dejaré de sentirme inferior, intranquila y triste. Dejaré de llorar por cualquier cosa, incluyendo los anuncios de la televisón. Dejaré de luchar en contra y me dejaré llevar, sin remar a favor de la corriente. No me aferraré a la nada y aprenderé a despreocuparme de aquello que no es importante. Ni pasado ni futuro, sólo una parte pequeña y fundamental. Por lo demás, presente.

No va a ser fácil, pero es lo que hay.

Hoy no busco ni desahogo ni consuelo. Sólo cuento. Supongo que tenía ganas de compartir y de ser sincera. Me gusta saber que hay alguien delante de mi puerta y me ha gustado tenerla abierta. Me gustaría que su contenido fuese agradable, pero quizá lo sea la próxima vez.

Antes de irme la cerraré, pero no voy a echar el cerrojo. La dejaré así.