sábado, 31 de mayo de 2008

Me pregunto

miércoles, 28 de mayo de 2008

El hombre del Park Güell

Domingo puente de mayo. Fuimos al Park Güell por la mañana. Es bonito, cierto, pero esta era la estampa. Se oía a toda esa gente hablar y chillar desde antes de llegar al parque. Supongo que no tuvo el mismo efecto que hubiese podido tener otro día.

A unos pocos metros del lugar de la foto nos sentamos a descansar en un banco. A los cinco minutos se sentó a mi lado un hombre mayor.

Quien me conoce sabe que casi todos los días alguien me para por la calle o en algún andén para preguntarme una dirección. Siempre entablo conversación en las colas, los trenes, las tiendas, los aviones o los bancos de los parques. Quien me conoce dice que es porque tengo cara afable. Además siempre hago las preguntas apropiadas, sin querer, para que me cuenten aquello de lo que quieren hablar.

Recuerdo con especial cariño a tres personas: una mujer en el Talgo que había vivido treinta años en las Bermudas, un abogado en un avión que escribía sobre rutas verdes en bici en el este de Europa, y el hombre del Park Güell.

El hombre que se sentó a mi lado dijo: "es bonito, ¿eh?". Debieron ser unos diez minutos. Nos contó que era de Lleida, que vivía desde hacía casi treinta años en Barcelona y que todos los domingos salían él y su mujer a comer fuera. No era su primera mujer. La primera había fallecido hacía muchos años de un ataque de asma, al poco de volver de Guadalajara, donde habían vivido algunos años. Tenía tres hijos y era un ingeniero jubilado. Al cabo de un rato su mujer vino a buscarle y fueron a otro banco, donde charlaron y rieron durante un rato.

Fue una conversación muy agradable.

Supongo que me gustan tanto porque son momentos cortos, muy bonitos y especiales.

Es una sensación que no sabría describir. Los recuerdo a menudo y siempre sonrío y siento un pequeño momento de felicidad.

jueves, 22 de mayo de 2008



En toda oscuridad hay luz. En toda luz hay oscuridad.

Me gustan las luces que se ven a veces en la oscuridad, como en la foto. Brillan más. Lo iluminan todo.



miércoles, 14 de mayo de 2008

Barcelona

Tenía mucha curiosidad por visitar una ciudad de la que se dicen muchas cosas, y aunque cuatro días no es mucho para sacar conclusiones, algunas ha habido. Supongo que he terminado por confirmar algunas suposiciones que me llevaba de Madrid.

Barcelona es una ciudad preciosa, eso no se puede negar. El barrio gótico es uno de los sitios más bonitos por los que he paseado nunca. Tenía un encanto muy especial. Puede que sea esa extraña mezcla que siempre resulta del conjunto de lo antiguo y lo moderno.

Hemos estado en los sitios típicos y en los que no lo son tanto. Me gusta hacer eso. Casi prefiero salir de los sitios turísticos para ver un poco más de la verdadera cara de los sitios. En viajes cortos es difícil hacerlo, pero aunque sólo sean un par de calles, me gusta.

Es una ciudad que supongo está acostumbrada a la gente de fuera. Nadie fue borde, nadie se negó a que nos entendiésemos los unos con los otros. Mito roto, por lo menos por mi parte.

Todo, eso sí, muy masificado. Había sitios intransitables por el día y las entradas a algunos monumentos eran casi imposibles. En otra ocasión.

De momento, eso sí, niguna ciudad me parece tan bonita como Lisboa de noche.
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Una vez, hablando con un compañero de clase, le dije que a mí Londres ya me había supuesto un pequeño choque cultural. Se llevó las manos a la cabeza. A él eso sólo le había pasado al ir a la India...

Para mí siempre hay cierto choque, aunque la distancia recorrida sea pequeña. Madrid y Barcelona son muy diferentes. Aquí no se cuida la cultura como allí, y de eso ya nos habíamos dado cuenta antes de irnos. No hay tantos coches, la circulación se divide con las bicicletas, para las cuales hay un enorme carril bici y espacio para aparcarlas. Y si no la tienes, la puedes alquilar. En ciertas cosas, Marid va a remolque de Barcelona.
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Una de las cosas que más me gusta de viajar es el momento en el que huelo por primera vez el olor de una ciudad. Cada una tiene el suyo propio, muy característico, y creo que podría reconocer en las que he estado por ese olor.
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La vida, en general, es distinta, tiene un ritmo diferente. Aunque puede que todo sean conjeturas de turista.