jueves, 1 de octubre de 2009

Escribiendo

Este verano he vivido una curiosa cantidad de sensaciones. El tiempo ha pasado veloz y lento a la vez. He vivido un momento triste y muchísimos en los que me he sentido muy feliz. He disfrutado de la independencia, de la soledad, de la compañía y de la tranquilidad. Cada día ha sido distinto y ha formado parte de mi proceso de amoldamiento. Estoy casi del todo acomodada en mi nueva vida, pero disfrutando aun de la novedad. 

Este verano, además, he revivido sensaciones que viví hace mucho tiempo. He paseado por el campo, he tomado el sol, he comido fruta recién recogida, me he dado largos baños y he dormido una cantidad ingente de horas. Puede que haya sido el mejor verano que he pasado hasta ahora, pero me ha recordado enormemente el verano que viví con 13 años. El teletransporte existe. Casi cada día recordaba imágenes de aquel verano feliz y despreocupado y me sentía como entonces.

Este verano he sido incapaz de sentarme a escribir. Pese a lo agradable que ha sido agradezco como siempre que el tumulto y el desorden del verano vayan dando paso a la rutina. No me considero una persona rutinaria, pero me gusta recuperarla después de estas épocas. Ahora vuelven las ganas de escribir, aunque en realidad nunca se fueron del todo. 

Este otoño empiezo dos proyectos que tienen que ver con la escritura, uno más directamente que el otro. No sé a donde me llevaran pero me tienen bastante ilusionada. Os haré saber los progresos.