
Cuando era pequeña me encantaba venir. A mitad de camino todo empezaba a ser verde. Los edificios se convertían en pequeñas casas, las carreteras tenían un carril por cada sentido y cada vez había más curvas.
Hacia el final del viaje pásabamos por un pequeño puerto de montaña. Era mi parte favorita. Todo rodeado de montañas, con un río abajo, muy abajo. Esta ha sido la primera vez que no hemos pasado por él. Acaban de innaugurar la flamante autopista de tres carriles. Os podeis imaginar el resto.
Estoy a favor del progreso, pero no a cualquier precio. Y aquí, como en todas partes, está habiendo unos destrozos monumentales. Como el de la foto.
El "desarrollo sotenible" parece una utopía. No sé si algún día seremos capaces de alcanzar algo parecido, pero hoy por hoy llevamos mal camino.