jueves, 19 de julio de 2007

Fragilidad

Un hecho: una persona muy cercana a mi está pasando por una crisis monumental. Hace tres años estaba en su mejor momento, con estabilidad sentimental, laboral y familiar, con la casa de sus sueños ya hecha, coche nuevo e intentando tener un niño. Era lo que siempre había querido. En tres semanas todo se vino abajo. Volvió a casa de sus padres porque su novio rompió con ella y ya no quería tener hijos. Tuvo un problema enorme en el trabajo y le quitaron el carnet de conducir, un día que volvía llorando a casa a demasiada velocidad. Ya está. En tres semanas su vida cambió por completo y hoy en día, todavía intenta tomar las riendas, pero está siendo demasiado duro.

Cuando sé de historias así no puedo evitar pensar en la fragilidad de las cosas, en lo voluble que puede ser la vida. Un día estás aquí y al día siguiente ya no.

Un vez oí: "los comienzos son difíciles y los finales tristes, lo que importa es lo que hay en medio". Muchas veces es así, y no puedo evitar agobiarme al pensar en que hay muchos finales tristes, y que pueden llegar de repente, sin más, trastocando lo que conocías.

¿Se puede evitar tener miedo al futuro? ¿Cómo vivir sin pensar en lo que puede pasar mañana? ¿Es un término medio la mejor solución, vivir el día a día pensando lo justo en lo que puede venir después? Supongo que es la mejor opción, o la ideal. Intentar aprovechar cada día como si fuese el último, toda una hazaña, pero anhelando también un mañana.

Quizá esa incertidumbre nos hace disfrutar más de las cosas, aferrarnos a los buenos momentos y a las pequeñas cosas de la vida, aunque sólo sea por si acaso e inconscientemente, la mayoría de las veces.

Estos días vuelvo a intentar encontrar ese equilibrio, si es que alguna vez dejé de buscarlo, y no dejarme llevar por el miedo a los finales tristes.

2 comentarios:

Jaqme dijo...

Cada moment és un principi d'alguna cosa.
Cada moment, però, també és el final d'alguna altra.

Supòs que es deu tractar de saber-ho sempre.

Hematie dijo...

Puede que sea eso, que pese a que sé que los hay, siempre mantengo la esperanza de que no haya un final, o de que, al menos, no sea triste...

Supongo que sí, que tendré que aprender a ser consciente de ello para no desperdiciar los buenos momentos :-)