domingo, 15 de julio de 2007

La pareja de barro


El otro día iba andando por el centro con una amiga, cuando vi a una pareja dada de la mano que nos adelantaba. Llevaban un par de bolsas de deporte, se pararon unos metros más allá y empezaron a sacar y montar sus cosas. Artistas callejeros que iban a empezar con su ritual. Seguimos hacia delante, y cuando al cabo de tiempo volvimos sobre nuestros pasos les encontramos así, convertidos en "La pareja de barro".

Apenas se podía andar por ese tramo de la calle, de la cantidad de gente que se quedaba mirándoles. La foto no hace justicia al momento. Cada vez que alguien les echaba una moneda se movían, muy poco a poco, de tal forma que con cada movimiento se desprendía un poco de barro que caía en forma de polvillo. Eran movimientos lentos, sincronizados. Era mágico. Un momento mágico.

Cuando volvía a casa me estuve planteando la cantidad de momentos y cosas mágicas que tiene la vida. Como cuando te dicen que los barcos desaparecen en el horizonte no por qué no te alcance la vista, sino porque la Tierra es redonda y ya no les puedes ver.

O como cuando te enteras de que cuando hace mucho que no llueve, y cuando lo hace todo se llena de barro, es porque hasta aquí ha llegado la arena del Sahara, viajando con el viento y las nubes.

Saber que los cuadros se tuercen por el movimiento de rotación. Ese movimiento que no notamos, pero que deja huellas.

Ver volar a los aviones, tan pesados y ligeros a un mismo tiempo.

Tumbarte a ver una lluvia de estrellas.

Hacer reir a alguien, los reencuentros, empezar a tararear a la vez la misma canción con otra persona, sentir cosquillas al estar con alguien o conseguir lo que has estado esperando tanto tiempo.

Para mí es magia.

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