lunes, 22 de octubre de 2007

El Madrid que se despereza

Quedé con una amiga a primera hora de la mañana en el centro. Esperé, como siempre, con una paciencia estoica durante más de una hora. Es una persona ciertamente impuntual.

Pero ese día me dio igual. Fuí a un "Dunkin Donuts" a comerme un "Dunkin Duo", todo muy yankee, y me senté a esperar, no me quedaba otro remedio. Y entonces descubrí algo en lo que nunca había caído: me gusta Madrid por las mañanas.

Las calles más céntricas están casi desiertas y sólo se ve a algunas personas andando a toda prisa y algunos camiones de reparto, antes de que las tiendas abran. No hay turistas, no hay gente con bolsas, no hay ruido de claxons ni policía. Sólo las calles con los primeros transeuntes. Esas personas que pasan deprisa, que pasan bostezando, que pasan frotándose los ojos por el sueño, que pasan mirando con cara circunspecta buscando alguna calle. Y cada vez hay más.

Estuve una hora allí sin hacer nada más que mirar. Me dio la curiosa sensación de que la ciudad se estaba despertando, se desperezaba poco a poco y se preparaba para un nuevo día. Uno de esos días de ese caos ordenado que se respira en Madrid.

Era como si un gigante se estuviese levantando.

Hay muchas cosas que no me gustan de Madrid, me agobia. Hay otras tantas que me encantan. Pero definitavamente me gusta por las mañanas.

Mi amiga llegó con mil disculpas, y cuando le dije el motivo por el que aquel día no me había importado esperar, se paró, me miró con su cara de "qué le vamos a hacer" y me dijo: "Eres un poco rara". No esperaba menos.

2 comentarios:

JT dijo...

Andar por calles cuando amanece es un privilegio.
No eres rara, eres muy afortunada si puedes apreciar esos momentos.

Aprovecho para mandarte un pequeno premio desde ruido.

http://ruidonoisebruit.wordpress.com/2007/10/22/gracias/

muchas gracias por tu blogs

jordi

Hematie dijo...

Hey! qué ilusión! muchas gracias!! :) Voy a ver si luego encuentro un hueco y me pongo yo también manos a la obra.